Por: Esteban del Castillo. Historiador egresado de la Facultad de filosofía y Letras. UNAM. Pasante.
La soberanía definida por el Sistema de Información Legislativa es “…el ejercicio de la autoridad en un cierto territorio. Esta autoridad recae en el pueblo, aunque la gente no realiza un ejercicio directo de la misma, sino que delega el poder en sus representantes… [siendo ésta] absoluta, perpetua, indivisible, inalienable e imprescriptible”.1
En la Constitución Mexicana encontramos en el artículo 39 que “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”2. Y en el artículo 41 “El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión, en los casos de la competencia de éstos…”3. Por lo tanto, podemos concluir que la soberanía es la libre acción y el derecho que tiene el pueblo mexicano de delegar autoridad sobre el territorio mexicano siendo en este caso los Poderes de la Unión los responsables de que la autoridad sea ejercida con las características de que sea absoluta, perpetua, indivisible, inalienable e imprescriptible, tomando en cuenta que el mismo pueblo tiene la facultad de decidir si la soberanía continúa encargada de esa autoridad.
Democracia, forma de ejercer el poder político
La democracia puede ser entendida como “…una de las formas en que puede ejercerse el poder político del y para el pueblo…[siendo] un método o conjunto de reglas de procedimientos para la constitución del gobierno y para la formación de las decisiones políticas, más que de una determinada ideología”.4
Dentro de la democracia está implícita la elección directa o indirecta del pueblo de sus órganos legislativos y/o ejecutivos siendo un requisito esencial la preponderancia de las mayorías sin que las minorías se vean afectadas.5
Con esto en mente podemos decir que la democracia es la forma en la que se ejerce el poder político por y hacia el pueblo. Dentro de sus bases está el funcionar como el conjunto de reglas que regulan a la sociedad teniendo una forma de elección directa o indirecta enfatizando en el bienestar y contento de mayorías y minorías.
Rol histórico de las Fuerzas Armadas
Ahora bien, la siguiente cuestión es analizar de qué forma las fuerzas armadas son garantes de lo anteriormente expuesto. Para comenzar es importante hacer mención del rol histórico que han tenido cuando se trata de garantizar lo que nos atañe en el presente artículo. El poder militar siempre ha estado presente en la historia nacional. Desde la independencia hasta nuestros días han jugado un papel importante el cuál ha cambiado a lo largo de los años.
En un principio, la presencia militar fue sumamente notoria ya que en la primera mitad del siglo XIX ésta tuvo vínculos estrechos con el poder político, siendo muchas veces lo militares quienes hicieron que presidentes llegarán o continuaran en el poder. Con la Constitución de 1857 el poder militar comenzó a reducirse. El artículo 129 es fundamental como se verá más adelante.6
Díaz controla a militares
Terminado el Segundo Imperio, los militares comenzaron a ser recluidos en los cuarteles y su presupuesto ve una disminución, ya que durante estos años ellos llegaban a recibir hasta un 80% del presupuesto nacional.7 Sin embargo, en 1876 vuelven a tener un papel importante debido a que fueron un grupo que ayudó largo del porfiriato los militares, a pesar de su ayuda fueron reducidos y fuertemente controlados por Díaz.
Cárdenas inició la civilización del poder
Al final del porfiriato, en 1911, en los albores de la Revolución Mexicana y a lo largo de este movimiento, los militares tuvieron un papel complejo y cambiante debido a que entre ellos no había cohesión. Al término de la Revolución, su presencia en el poder político continuó, pero fue reduciéndose. El último presidente con formación militar fue Lázaro Cárdenas. Sin embargo, durante su sexenio se comenzó con una civilización del poder político. A lo largo de su mandato Cárdenas comenzó con la sustitución e implementación de un nuevo poder político integrado por civiles, por lo que los militares comenzaron a regresar a los cuarteles, pero fue hasta el sexenio de Manuel Ávila Camacho cuando la política estuvo regida en su totalidad por civiles.
Regresan a los cuarteles tras la revolución
Como podemos ver en esta breve línea histórica, los militares por más de cien años estuvieron en el poder político, ya que este grupo ayudaba a establecer regímenes o presidentes. Sin embargo, tras la Revolución Mexicana se les regresó a los cuarteles para que cumplieran con sus facultades que son, en su mayoría, la defensa del país, la seguridad interior, el apoyo en materia de seguridad pública y el auxilio a la población.
Es importante destacar, antes de concluir este apartado, que en la segunda década del siglo XX existieron momentos en los que los militares salieron de los cuarteles: el movimiento de 1968, en el Halconazo y en el surgimiento de EZLN, pero eso es materia de otro artículo.
La explicación anterior sirve para que el lector vea de qué forma en la actualidad las fuerzas armadas garantizan la soberanía y la democracia. El Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas es el presidente de México, por lo que toda acción militar debe de pasar por su aprobación. Sumado a esto, el presidente, para ser electo, no puede tener un papel activo en el ejército con la finalidad de que lo civil pese sobre lo militar.
FFAA, garantes de la soberanía nacional
Con esto en mente, las fuerzas armadas garantizan la soberanía en lo relacionado con la defensa de amenazas externas y de los recursos naturales para impedir que sean sustraídos por actores extranjeros, como es el caso del tráfico ilegal de recursos naturales, especies en peligro de extinción, entre otros.
En lo referente a la garantía de la democracia, las fuerzas militares tienen un papel más controlado debido a toda su historia y a que su comandante es civil. La forma en la que ellos la garantizan es a través de la intervención, previa autorización presidencial, en casos excepcionales de disturbios o violencia que atenten contra las instituciones democráticas o integridad del país; a través de la lucha contra el crimen organizado, aunque en años recientes su papel ha sido controversial, debido a que algunas de sus tareas le corresponden más a la policía civil8; a través de la protección, traslado y custodia de las boletas electorales, entre otros.
Los artículos constitucionales que mejor reflejan esto son el 89 y el 129, siendo el primero el que habla sobre quién es el líder de las fuerzas armadas y bajo qué marco puede actuar9 y el segundo sobre cuándo y cómo pueden actuar las fuerzas armadas10.
En conclusión, podemos ver que a pesar de que en el pasado las fuerzas militares tuvieron un papel político dentro del Estado Mexicano, desde los años 40 del siglo pasado se presentó un cambio.
El pueblo mexicano ha ido tomando conciencia de la fuerza que tiene esta institución. Es por eso que se ha reducido su poder y subordinado a un poder civil y a un marco legal específico.
Sin duda alguna su participación en la garantía de la soberanía y democracia es fundamental, pero siempre tendrá que ser regulada y dada por el poder civil o, dicho de otra forma, por el pueblo ya que todo esto tiene como finalidad “…evitar la interferencia militar directa…”.11
Por último es importante recordar que en México la democracia en un primer plano la garantiza el INE, el TEPFJ, el Poder Judicial, la sociedad civil, los partidos políticos y en un segundo plano las Fuerzas Armadas con las funciones arriba expresadas: “La función genérica de garantizar [las fuerzas armadas] se refiere siempre a un bien cuya existencia debe ser asegurado y protegido. Es obvio que ese bien, en el caso que nos ocupa, es la preservación de las instituciones del régimen político”. 12 Esto no significa que sea algo positivo o negativo, sino únicamente que bajo un régimen democrático civil así debe de ser. 13