Armas – Revista Militar

DISRUPCIÓN: NUEVA HEGEMONÍA MUNDIAL

Por: Julio A. Millán Bojalil, Economista y Empresario, Presidente del Consejo Editorial de la Revista Armas, Profesor del Colegio de Defensa Nacional, Expresidente de los Comités Bilaterales Empresariales con República Popular China, Japón, Corea del Sur, Hong Kong y Miembro de APEC.

¿Qué tiene que ver la crisis civilizatoria actual con México y sus distintos sectores, como las Fuerzas Armadas? El mundo está fracturado. Representa el fin de un ciclo.

La realidad de hoy es tan distinta a la apreciada hace unos meses. No la alcanzamos a calibrar ni a comprender cabalmente lo que tenemos enfrente, ni mucho menos a vislumbrar lo que puede venir. El tiempo ahora mismo, el que vivimos, es el de la disrupción: alcanza a todo y a todos. Por tanto no es lejano, ni es ajeno a nadie en el país. Tal circunstancia exige, hoy más que nunca, lo mejor de cada uno.

Atestiguamos y padecemos un cisma cultural donde un gran cúmulo de hábitos, tradiciones o realidades que hemos asimilado por décadas están en franca mutación: convenciones, expresiones, ideas, consensos, tratados, el sentido mismo de las relaciones internacionales o la noción de globalidad, atraviesan por ese desgarramiento que no tiene una definición concreta, ni menos aún una solución precisa. ESTAMOS PASANDO DE UN SISTEMA DE LIBRE MERCADO GLOBALIZADO A UN MERCADO REGIONALIZADO.

Las problemáticas sociales que de ello se derivan solo ahondan los efectos colaterales del gran desorden mundial. Cada nación las tiene e intenta encauzar de diferentes maneras. Ahora se puede invocar sin pudor un aislamiento necesario o forzoso ante los supuestos riesgos que representa la apertura hacia el exterior. Ante ello no es causal ni el resurgimiento de los nacionalismos ni de las corrientes proteccionistas, que buscan conjurar la libre circulación de mercancías pretendiendo, ingenuamente, generar una autosuficiencia próspera. Hoy más que nunca, como anotó el célebre filósofo francés Jean Paul Sartre, parece que “el infierno son los otros”.

Antes que nada, debemos comprender que el grado de interrelaciones y conexiones entre los distintos países es tan profundo, sobre todo en los ámbitos tecnológico y económico al margen de la cuestión medioambiental, que el impacto de las diversas crisis trascienden invariablemente lo local o regional, generan daños inmediatos o imprevisibles en todo el orbe. No solo sucesos trágicos como la migración, la guerra o el exterminio por distintas causas, incluso el sentido tradicional del humanismo y hasta las utopías, valores o emociones presentan una alteración radical, al igual que la lógica geopolítica que rigió durante la segunda mitad del siglo XX, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con la respectiva afirmación que supuso la caída del Muro de Berlín.

ÉPOCA DE RUPTURAS GLOBALES

El mundo atraviesa una época de rupturas globales y son múltiples los escenarios que se resquebrajan: las alianzas o equilibrios de poder entre potencias continentales, particularmente el vínculo atlántico entre Europa occidental y Estados Unidos, con lo que ello implica para potencias como China o Rusia.

Otro es el del libre comercio, que supone el fin de un modelo de producción que incentivó la competencia y el consumo; por el lado financiero, la globalización misma. Ahora bien, con el factor Trump de por medio, uno de los escenarios donde más se aprecia ese desorden de acciones e ideas es la cuestión de la democracia y su mecanismo representativo mediante el cual un gobierno debería hacer acopio de responsabilidad, inclusión, legalidad y respetabilidad, dando a la vida humana un valor supremo.

De acuerdo con el semanario británico The Economist, en 2024 “unos dos mil millones de personas, aproximadamente la mitad de la población adulta mundial, tuvo la oportunidad de votar”. Sin embargo, este tipo de experiencias participativas no ha evitado el desfondamiento del Estado ni otros proyectos civilizatorios, como la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas, la tradición republicana o los principios liberales, y paradójicamente ha sido el propio sufragio lo que precipita el colapso de la democracia como el pacto social más acabado.

A decir de Larry Diamond, especialista de la Universidad de Stanford, pervive hoy en día un “espíritu que no es democrático”. El mismo semanario señala en el más reciente estudio de The Democracy Index que “cuatro años después del inicio de la pandemia de Covid-19, que provocó un retroceso de las libertades en todo el mundo, los resultados de 2024 apuntan a un continuo malestar democrático. Solo una minoría de países (37) mejoró su puntuación y el margen de mejora para la mayoría fue pequeño y, a menudo, partía de una base baja. Un número mucho mayor (83) registró una disminución en su puntuación y algunos de estos deterioros fueron sustanciales. Las puntuaciones de los otros 47 países se mantuvieron sin cambios.

Esto significa que la calidad de la democracia en 130 países del total de 167 incluidos en el índice empeoró o no mejoró. La puntuación media de las 71 democracias se mantuvo igual, lo cual fue decepcionante dado que 2024 fue un año electoral crucial, del que cabría esperar una mejora. El descenso fue resultado de un mayor empeoramiento de la puntuación media de los ‘regímenes autoritarios‘ [que] tienden a volverse aún más autoritarios con el paso del tiempo”. Cabe precisar que México sigue en la categoría de “régimen híbrido” dado su escaso avance.

MÉXICO, INMERSO EN LA CRISIS CIVILIZATORIA GLOBAL

Prevalece una condición de alteración sistémica de cambio, con modificación de estructuras y parámetros muy diferentes a lo que hemos vivido y tenido. Este cambio estructural histórico nadie lo puede negar. Ante este panorama caótico y polarizado, las preguntas esenciales se acumulan, pero las respuestas escasean, y como nación no podemos eludirlas. Por principio de cuentas, ¿Cómo debemos afrontar el derrumbe de una vida sin alternativas ni rumbo? Somos una nación endeudada y sin crédito a la palabra, carentes de confianza. Peor aún, tenemos un país saqueado, ¿Cuáles son nuestras opciones verdaderas si el mundo que conocíamos está colapsando sin que podamos revertir aquí decisiones fallidas o erróneas que alimentan el caos?¿Hasta dónde podemos llegar si tanto la administración y condiciones de lo público son frágiles?

Si la democracia pierde su esencia y espíritu, ¿Qué le queda a México?, ¿hacia dónde pretendemos ir entrampados en la cerrazón y el oprobio? Vemos, por ejemplo, sin capacidad de respuesta ni margen, cómo las decisiones unilaterales de la potencia militar y económica más grande del orbe no solo han alterado los vínculos y los canales habituales de comunicación y entendimiento. ¿Cómo negociar con Estados Unidos así, vecino, socio, mercado si no hay racionalidad, lógica ni certeza? Sin códigos de entendimiento mínimos, ¿podemos crecer y desarrollarnos en un ámbito de fuerza e improvisación que únicamente impone verdades a modo?

BAJO LA SINRAZÓN PERDEMOS TODOS

No obstante, hay un rayo de esperanza que se abre por la posición geopolítica de México en Norteamérica en este proceso de regionalización. Si actuamos con inteligencia lograremos un desarrollo económico sustentado en la productividad, mano de obra e inversión en tecnología.

Ante la escasez de recursos que vive el país, será fundamental un PROYECTO DE ESTADO de ahorro y eficiencia, lo que se aplicaría a las Fuerzas Armadas en sus diferentes actividades. Si todos caminamos en la misma dirección, México tiene un gran futuro. Pronto se irán aclarando los nubarrones. Estoy seguro que las Fuerzas Armadas en su conjunto, responderán a este reto histórico del país.